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Las grandes distribuidoras utilizan el precio del aceite de oliva como reclamo

El caso Carrefour denunciado la pasada semana por las organizaciones agraria no es un hecho aislado

Boletín Agrario

La semana pasada desde las organizaciones agrarias COAG y UPA denunciaban ante Competencia la supuesta "venta a pédidas" de aceite de oliva implícita en una de las campañas promocionales de la cadena Carrefour. Este hecho en absoluto debe ser considerado como algo aislado, ya que el empleo del aceite de oliva como reclamo por parte de las grandes superficies es una práctica realizada hace años.

Aceite de oliva a 2,25 € el litro. Marca blanca, por supuesto

Aceite de oliva a 2,25 € el litro. Marca blanca, por supuesto

19-01-2010boletinagrario.com

El aceite de oliva se ha convertido en un producto reclamo más dentro de las estrategias de márketing de las grandes superficies comerciales. Las causas que han provocado este hecho son diversas, aunque cabría destacar la enorme cuota de mercado que ha acaparado el fenómeno de la marca blanca. Tanto es así que a día de hoy las opciones de distribución a gran escala apenas pasan por 12 clientes.

La semana pasada pudimos conocer la denuncia presentada ante los tribunales de la Competencia por parte de la organización agraria COAG, contra la cadena de distribución comercial Carrefour. El motivo sería una campaña de promoción en la que se utiliza el aceite de oliva virgen extra como principal "producto reclamo". En esta promoción, denunciada también por parte de UPA y el sindicato agrario catalán JARC, la gran distribuidora oferta aceite de oliva virgen extra de marca propia, tanto normal como en su versión afrutada, a un precio resultante de 1,76 euros por litro (si bien el precio de la primera garrafa es de 2,7 € por litro, en la segunda sale a 0,81 €, lo que significa hasta diez litros de aceite virgen extra por 17,55 €).

Algo difícil de asimilar si tenemos en cuenta que el coste medio de producción del litro de aceite de oliva de mayor calidad, esto es, el virgen extra, no bajó de los 1,85 euros en todo el año 2010. Por tanto es innegable que esta promoción se sitúa por debajo de lo que se conoce como "venta a pérdidas", es decir, su precio de venta al público es claramente inferior al mismo precio en origen.

Este hecho no debe ser considerado como algo aislado o puntual, sino que responde a una tendencia seguida desde hace varias campañas por parte de las grandes superficies comerciales. Algo favorecido por la creciente concentración del mercado aceitero en manos de cada vez menos empresas distribuidoras, como nos recordaba la propia FAECA por estas fechas hace ya un año. La Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agrarias presentaba entonces un manifiesto por la transparencia del sector y en contra de las prácticas de "ventas a resultas", algo que achacaban precisamente a una "consecuencia de la profunda transformación experimentada por la comercialización y materializada en la concentración de la distribución, el continuo incremento de ventas bajo sus propias marcas y el uso del aceite de oliva como producto reclamo en las grandes superficies". Denunciaba FAECA entonces que este escenario está provocando la concentración de la industria envasadora, "de tal modo que tan sólo 4 empresas compran más del 50% del aceite de oliva que se vende a nivel mundial".

Sin tener en cuenta estos factores, descritos hace ya demasiado tiempo, resultará difícil llegar a comprender el porqué un producto de tal solvencia comercial y prestigio internacional ha pasado a engrosar las filas de los "alimentos reclamo", como ya ocurrió hace años, por ejemplo, con la leche.

Valga el siguiente dato para ilustrar la grave reincidencia que se produce en los supuestos casos de venta a pérdidas por parte de las grandes superficies, con la consecuente situación de competencia desleal que este hecho provoca, por no hablar de las graves repercusiones en el tejido productivo: en los últimos años, tan sólo desde UPA se han presentado más de 130 denuncias relacionadas con este tipo de prácticas de venta a pérdidas.

Desde la Junta de Andalucía, hay que tener en cuenta que esta región es la mayor productora de aceite de oliva a nivel mundial, su Consejera de Presidencia, Mar Moreno, anunciaba este viernes que su Administración "será muy sensible a todas las denuncias de esta naturaleza", para evitar así unas prácticas "que terminan perjudicando a las familias y las empresas que trabajan y viven del aceite de oliva". Moreno aseguró también que, "de confirmarse la denuncia, estamos ante una competencia claramente desleal que hace daño estructural a nuestro producto al bajar unos precios de manera absolutamente injustificada". Resulta difícil en este contexto olvidar la reciente noticia que desvelaba un posible caso de fraude en el etiquetado del aceite de oliva virgen extra, detectado por la propia Junta de Andalucía en diversas almazaras de la provincia de Jaén, algo en lo que coinciden desde la propia COAG, que explicaba en su nota que "ha solicitado una investigación exhaustiva de dicha oferta, ya que, o bien se está vendiendo a pérdidas, o por el contrario, la calidad ofertada podría no corresponder con el contenido de los envases", en relación a la campaña de promoción de Carrefour.

Los precios en origen siguen cayendo

Según el Observatorio de Precios de la Junta de Andalucía, el coste en origen del aceite de oliva virgen ha protagonizado en las últimas campañas un descenso pronunciado, especialmente en el tramo comprendido entre la campaña 2007/2008 y la siguiente, cuando el precio medio recogido por este observatorio se desplomó de los 2,46 € /Kg hasta los 1,98 €/Kg que refleja de media la campaña 2008/2009, un valor que se mantuvo durante el ejercicio siguiente y anterior al actual. En la campaña 2010/2011 este precio medio en origen se encuentra actualmente en 1,96 €/Kg, lo que significa algo más de un 20% por debajo de los precios de la campaña 2006/2007.

Si atendemos a la evolución de los precios en origen del aceite, recogidos por este Observatorio a lo largo de las últimas semanas del año 2010, podremos comprobar que esta peligrosa tendencia, lejos de estar en proceso de corrección, presenta un repunte deflacionista que oscila entre los 2,06 €/Kg en la semana 48 hasta los apenas 1,93 €/Kg pagados de media a los agricultores en la última semana del 2010.

Unos datos que, entre otras cosas, indican que el caso "Carrefour" denunciado esta pasada semana nada tiene de hecho aislado ni puntual. En absoluto debe resultar sorprendente, tanto que hace ya años que pasó el momento de los "golpes en el pecho". Quizá ya es hora de afrontar una realidad innegable, la misma que denunciaba FAECA hace un año y que puede acabar por poner en grave peligro la supervivencia de uno de los sectores agrarios más importantes de nuestro país.

En este sentido nuestros lectores deben notar la "temprana" fecha que refleja la fotografía que acompaña a esta noticia, una de las primeras imágenes que añadimos al archivo de Boletín Agrario, en los primeros momentos de esta publicación. Nótese también cómo el precio que denunciábamos en su momento se encuentra muy lejos de los que se barajan en la actualidad. Esperemos que en nuestro próximo tercer año de vida no tengamos que recurrir a la actual promoción de Carrefour para ejemplificar un indeseado mayor deterioro de este sector. Por otra parte, los precios de venta al público que reflejan otras superficies comerciales tampoco dan lugar al optimismo. Difícil resultará encontrar un aceite de oliva virgen extra con un precio ni siquiera cercano a los 3 euros.

Algo que podría inducir al error por parte de los consumidores, quienes erróneamente pueden interpretar esta constante bajada de precios como algo beneficioso para la economía doméstica de los españoles: no deben olvidar que la utilización de este tipo de "productos reclamo" está muy bien estudiada por parte de las grandes superficies, quienes se resisten a presentar pérdidas incluso en este tipo de campañas. Los precios por debajo de los gastos mínimos de producción son a costa de alguien, no quepa la menor duda. Por no hablar de lo que podría ocurrir con estos mismos precios en un futuro dominado totalmente por la hegemonía de estas grandes distribuidoras. Quizá ese día el aceite de oliva pasará a ser un producto de lujo, dedicado exclusivamente a la exportación. Pero entonces ya no existirá la libre competencia necesaria para compensar esta balanza, y los dueños de las explotaciones olivareras serán los mismos que hoy nos facturan la cesta de la compra. Quizá ese día también dispongan del ansiado almacenamiento privado que hoy niegan los tribunales de Competencia.